martes, 29 de mayo de 2012

Capitulo V – Hazme Tuya.

Capitulo V – Hazme Tuya.

Apenas si logramos escabullirnos de las cientos de miradas que nos rodeaban en aquel Hall, tome a Himeko de la mano y corrimos juntos hacia la calle mientras nos alejábamos de Takano quien quedo pálido del asombro.

-         Hime… -dije mirando al cielo mientras sostenía su mano- creo que va a comenzar a llover en cualquier momento, debemos darnos prisa o…

Un gran trueno acallo mi voz, acto seguido comenzó a caer la primera lluvia de aquel invierno, tome aun con mas fuerza su mano y comenzamos a correr.

-         ¡Yatoh…! No puedo ir tan rápido…- intentaba decir con la respiración agitada .
-         Rayos! Terminaremos empapados.
-          
Sin pensarlo dos veces, tome a Himeko en mis brazos y comencé a caminar rumbo a casa.

-         Yatoh, hey, esto es vergonzoso…
-         Si sigues quejándote ambos terminaremos calados hasta los huesos –dije mientras sonreía al ver su cara de enfado – abrázame fuerte que empezare a correr.
-         Yatoh, eres un tonto pero…- se aferro con fuerza a mi mientras aceleraba la marcha- ¡Te amo idiota! – declaro con una gran sonrisa mientras me miraba con la cara bañada por la lluvia.
-         Yo también te amo Hime*, eres mi preciada princesa.

Llegamos a casa totalmente empapados, el agua escurría por nuestra ropa, me apresure a encender la chimenea mientras Hime iba por mantas para entrar en calor, la lluvia se había convertido en tormenta y con ello se había llevado la luz, estábamos completamente a oscuras solo iluminados por las llamas que ardían en la chimenea.

-         Yatoh…Yatoh…- me llamo e iluminada por el fuego note sus mejillas llenas de rubor.
-         ¿SI? – pregunte sin entender el porque de sus mejillas.
-         Tu… tu ropa…-decía mirando hacia un lado.
-         ¿Mi ropa que? –seguía sin entender.
-         No te hagas el tonto, ¡quítatela o pescaras un resfrío!

Algo atontado por la petición comencé lentamente a desabotonar mi camisa, ella me miraba de reojo mientras lo hacia.

-         Este… ¿así esta bien? – pregunte.
-         Dámela para ponerla a secar – me pidió mientras extendía su mano y note que tiritaba.
-         Hime, tu también debes secarte o te enfermaras, ven.

Tome una manta que había dejado a un lado y la envolví en ella.

-         ¿Qué haces? – dijo algo incomoda por la situación.
-         Si no te secas rápido y entras en calor será peor, así que ven.

Lentamente mientras ambos estábamos bajo la manta tome el suéter que la cubría y con cuidado lo saque de su húmedo cuerpo, la blusa que traía debajo estaba empapada también, era blanca y dejaba ver a contraluz su sostén.

-         Yatoh, para, esto es tan vergonzoso –exclamo mientras cubría sus pechos.
-         Eres hermosa… no puedo parar…

Con manos nerviosas comencé botón por botón a quitarle la blusa, me sentía ansioso, deseaba ver mas, era una sensación tan absorbente que no podía detenerme, quería hacerla mía, sentir su cuerpo, tener el calor de Himeko solo para mi. Tome la blusa y la deje a un lado mientras con la poca visión que tenia en la oscuridad note su pálido cuerpo algo azulado de frío, la abrace lo mas fuerte que pude y comencé a besarla. Cada vez que tocaba su cuerpo con mis labios iban apareciendo pequeños botones de color rosa que parecían cerezos en flor.

-         Yo… - comenzó a decir algo inquieta – jamás eh estado con nadie…
-         No te preocupes, no te are daño, princesa, ¿estas asustada?
-         No – dijo firmemente – estoy feliz.

Himeko sonrío temblorosa, estaba asustada se podía notar en su respiración agitada, pero intentaba no hacerlo notar, de improviso tomo mi mano y la coloco sobre su pecho.

-         Yatoh, hazme tuya – su voz era casi como un susurro pero se notaba la convicción de sus palabras – quiero sentir que soy completamente una contigo, te amo…

La tome por la cintura y nos tumbamos en el suelo sobre las mantas, la poca iluminación creaba un ambiente realmente agradable, la atmosfera nos embriagaba de amor, jamás pensé que estar con la persona amada podía hacer a un lobo solitario como yo tan feliz.
Sin darnos cuenta comenzamos a besarnos desesperadamente mientras nos quitabamos la ropa hasta quedar completamente desnudos solo abrazados al abrigo de las cobijas.
Con la mayor dulsura y delicadeza despoje a Himeko del mas preciado tesoro para una chica, le robe su virginidad.

-         Hime… ¿estas bien? – sus expresiones me asustaban y algunas lagrimas se asomaban.
-         Si… - intentaba no mirarme directamente – es solo que… estoy muy feliz de haberte conocido y haber podido enamorarme de ti.
-         El agradecido soy yo, créeme, jamás eh amado a nadie como te amo a ti.
-         Yatoh, ¿te digo un secreto?

Curioso la mire extasiado por saber.

-         Dime… - atine a decir.
-         ¿Recuerdas cuando nos conocimos?
-         Jamás olvidare ese día, cambiaste mi vida, ¿pero que ocurre?-la curiosidad me llenaba.
-         Ese día cuando te vi por primera vez fue cuando me enamore de ti. – sonreí totalmente feliz.


Las diversas expresiones de su cara me tenían fascinado, se veía tan distinta de lo habitual, su cabello negro alborotado, sus mejillas encendidas, sus largas pestañas que dejaban denotar pequeñas lagrimas entremezcladas de felicidad y dolor, su tersa piel blanca bañada en sudor, era la perfecta imagen de una diosa ante mis ojos, entre mis brazos, ella y solo ella podía ser la única y verdadera dueña de mi corazón.

Esa noche hicimos el amor por primera vez.


Nota: Hime es princesa en japones.